Por Marcelo Di Mitrio, Corredor Inmobiliario
Durante un Mundial de Fútbol, ¿es verdad que se genera un congelamiento de la actividad inmobiliaria?
Aquí te contamos la realidad sobre este tema.
Una euforia especial
A lo largo de un Mundial de Fútbol, de cualquier año, se vive una euforia especial.
Particularmente en cada país cuya selección nacional es una de las participantes de aquel magno encuentro global.
Los ciudadanos dejan un poco a un lado su vida habitual para sumergirse en una competencia que todos aman, no solo los que son fanáticos de ese deporte.
El Mundial es un momento de celebración, de unión, de alegría compartida.
En el tiempo que dura la gesta, muchas cosas se postergan. Es verdad.
Y hasta pareciera que la actividad económica –en todos sus órdenes– se vuelve laxa, lenta.
¿Es esto real?
Datos
Esa situación de suspensión de la actividad durante un encuentro mundialista, no es tan así.
Basta con ver los números sobre economía para comprobar, con datos y no con opiniones, que la gente sigue yendo a trabajar, a comprar al supermercado, a atenderse en la clínica, a visitar exposiciones, a estudiar.
Las personas hacen lo que tienen que hacer, y todas continúan con sus vidas ya que hay aspectos que no se pueden demorar.
Es cierto que quizás en los colegios haya clases en las que se miran los partidos, pero eso ya está previsto en las planificaciones de quienes ejercen como docentes.
En las empresas, sin dudas, se produce un reajuste similar.
En el mercado inmobiliario sucede exactamente lo mismo. Quizás se postergue la visita a una propiedad en venta en el horario de un partido crucial del Mundial, pero una inmobiliaria seria jamás dejará de prestar su servicio de modo presencial y online.
Las prioridades inexcusables
Además, hay prioridades que no se frenan como se puede frenar una pelota en un campo futbolístico.
Si en una familia va a nacer un nuevo integrante, si las expensas son abrumadoras, si la cabeza de familia precisa instalarse más cerca de su trabajo porque actualmente debe viajar 3 horas para ir y volver, si uno de los hijos necesita estar cerca de su universidad para rendir mejor en los estudios, o cuando se hace imprescindible alejarse por fin de un vecino conflictivo, nadie piensa: “Lo dejamos para después del Mundial”.
Suena básico, pero el Mundial es el Mundial y las ganas de mudarse son las ganas de mudarse. En síntesis: se trata de dos cosas completamente distintas, aunque pueden coincidir en el tiempo.
Las eternas excusas
Un dicho anónimo indica: “El optimista siempre tiene un proyecto. El pesimista siempre tiene una excusa”. Y como toda frase proveniente de la sabiduría popular, posee mucho de cierto, de constatable.
Más allá de la manera de ser de los dueños, la decisión de mudarse siempre debe partir de un deseo. Es decir, tiene que haber reales ganas de cambiar una situación poco cómoda por otra placentera.
No alcanza con la intención: tiene que existir un deseo profundo, visceral.
Ese deseo de decir –sin resentimiento pero con firmeza–: “¡Basta, así no podemos seguir viviendo!”.
La inmobiliaria que sabe distinguir
Una inmobiliaria profesional puede ayudar a una familia a tomar la decisión de mudarse, sin forzar nunca la situación. Respetando su manera de ser, su idiosincrasia.
Esa inmobiliaria es capaz de mostrarle los numerosos beneficios que obtendrá si se pasa a un departamento, una casa, un dúplex o un PH amplio o pequeño, cerca del centro de la ciudad o lejos de ella, con menos impuestos y expensas, próximo al resto de la familia o de los abuelos.
A la vez, esa misma inmobiliaria sabe detectar cuando en la familia no existe un deseo auténtico de mudarse.
Eso se percibe si el propietario dice: “La pondría en venta para ver qué pasa” o: “No tenemos ningún apuro en mudarnos”. O cuando comenta: “Quizás después de las elecciones”, o: “Lo vemos una vez que pase el verano”, o: “Volvemos a hablar luego de los Juegos Olímpicos”.
En Di Mitrio Inmobiliario estamos siempre buscando a quienes podrán comprar las propiedades que tenemos en venta.
Si tu deseo es mudarte, colaboramos con vos para que esa decisión se transforme en un logro.
